domingo, 14 de agosto de 2011

Días fuera de la rutina.

El otro día mi mamá encontró en intenet una de esas típicas páginas medias esotéricas donde puedes encontrar cosas muy verosímiles sobre tu horóscopo y cosas por el estilo. La cosa es que había un número -del cual olvidé completamente el nombre, para variar-, que podías conocer en base al día en que naciste e indicapa tendencias de tu personalidad, conducta, etc. Según eso, yo soy un "nº 5". ¿Qué significa eso? Bueno, en resumen me decían que era sociable (mentira) y que detestaba la rutina. Obviamente, yo no creo en nada de eso porque como que llega un punto en el que te das cuenta de que te están vendiendo la pomada y al final da todo lo mismo.
Sin embargo, me quedó dando vueltas en la cabeza eso de la rutina. Es super raro, porque suelo decir que lo que me gustaría sería tener estabilidad y cosas así, pero en realidad es cierto que odiaría una vida rutinaria. Al final, es como mi mayor miedo, porque ya sé lo que se siente estar sumergida en un ciclo donde los segundos pasan unos tras otros sin un motivo aparente... Así que, definitivamente, una serie de días iguales sería la peor vida que podrían darme. Por eso prefiero morirme de hambre haciendo algo que me guste, que morir de vieja en una casa llena de gatos sabiendo que pasé más de 40 años haciendo algo que no me gustaba. Super penca...
En fin, justo ahora que estaba pensando en todo eso de la rutina, me empezaron a pasar cosas inusuales. No malas, sólo raras, anécdotas. Por ejemplo, ahora todos mis profesores se están enfermando al mismo tiempo (bacán), y como que apenas tuvimos clases la semana pasada (aún más bacán). ¿Y qué lo hace aún mejor? Tengo la mano esguinzada. Sí, suena super masoquista, pero si lo piensan es la excusa perfecta para no hacer absolutamente nada en clases. Igual no es nada de raro que me pasen esas cosas, porque siempre me caigo y me pego, pero esta vez la razón de mi esguincé es bastante particular. Todo comenzó cuando todos los tipos de mi alianza en las olimpiadas tercerinas (una lata) se fueron descaradamente del colegio, dejandonos a las cuatro mujeres del grupo solas jugando volley con un equipo de cinco personas, en el cual había una seleccionada del colegio. A pesar de todo, casi ganamos (sobrenatural) y yo terminé con un esguince y un dedo hinchado (cómo no).
Siguiendo con las cosas extrañas, el otro día la micro en la que iba se quedó en pana (penosa). Y después -mucho después, porque entremedio estube en mi casa con un amigo viendo videos, fuimos a un café filosófico (ea), corrí hasta que casi vomité mi pulmón para devolverle los lentes a una amiga, y di mis datos falsos en una promoción del supermercado-, la hermana de mi amiga ya mencionada apareció en la puerta de mi casa porque, básicamente, no sabía a dónde ir. Y, obvio, me pasé mil rollos. Pero al final todo salió bien (final feliz, wujú). Ah, y ayer casi me asesina un masetero que se cayó de un tercer piso -con planta y todo- mientras caminaba por la calle. Fin (un final tipo chute, como diría mi profe de francés).

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