Es fácil decir que el lugar del otro es siempre mejor que el tuyo. Es fácil culpar a los demás
cuando te sientes sólo. Es fácil sufrir cuando sabes que no lo
mereces. Es fácil sentirse desamparado y dejar caer lágrimas
silenciosas, aún sin fundamentos.
Pero, de pronto, el monstruo eres tú. Y no hay decisiones correctas; sólo salidas egoístas.
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